lunes, junio 02, 2008

Nastro Azzurro Nostra Scuola COST 288



Hace unas semanas tuve la oportunidad de asistir a la "Training School" que organizaba el COST 288 en Cetraro (Calabria, sur de Italia), donde pase una semanita entretenida asistiendo a diversas charlas con diversos grados de interés, comiendo como un cerdo, bebiendo de todo menos agua, bañándome un poco en la playita (que ya hacia tiempo) y conociendo a bastante gente de puta madre. Así que a pesar de que tampoco ha habido muchos detalles de reseñar, pues una entrada habrá que hacerle, más que nada para dar envidia y todo eso.


Hay que empezar el relato con el demoledor y bizarro viaje de ida, una auténtica salvajada de casi veinte horas de duración. Tras salir de mi casa en Zaragoza a las 21:30 del sábado 17 cogemos el último AVE del día a Madrid que nos deja en Atocha sobre la media noche, en las siguientes dos horas y media aprovechamos para cenar en un bar al lado de la estación (la cena consistió en dos litros de cerveza), después de eso un taxi a barajas y a esperar tirados en el suelo de la asquerosa T2 hasta poder hacer el check-in a las 4:30 (bendita Nintendo DS). 6:30, despega nuestro avión hacia Roma, escala de nuestro viaje, aterrizamos a las 9:00 y cuatro horas de espera más hasta que salga nuestro vuelo definitivo al aeropuerto de Calabría. Del vuelo final a Lamezia Terme (aeropuerto calabrés con conexiones francamente de mierda) no me entere de nada, estaba mirando el asfalto de la pista y cuando volví a mirarla tenia debajo el mar a miles de pies; aterrizamos a nuestra hora 14:30 y afortunadamente (porque no había quedado nada claro como íbamos recorrer los 75 km entre el aeropuerto y el hotel) había un conductor esperándonos (Stefano, que gran tipo), total, que tras esperar cerca de una horita porque no llegaba un fines que debería haber estado con nosotros y tras múltiples llamadas se decide que marchemos sin él, y aquí empieza lo bueno.



Tras más de un día sin dormir pensé que iba a caer como una piedra en la furgoneta, craso error, porque no contaba con la legendaria conducción del sur de Italia, que consiste básicamente en adelantar donde y como te salga de los huevos (continua, sin visibilidad, con coches viniendo de frente y transformando mágicamente una nacional cutre de dos carriles en una de tres), saltarte los semáforos y señales que te dejen, ir hablando por el móvil todo el rato y utilizar el claxon para evitar que los demás hagan infracciones más gordas que las tuyas. Para rematar me dio por elegir el único asiento de la furgoneta que no tenía cinturón de seguridad, así que me lo pase pipa en el viaje. Pero bueno, al final llegamos al hotel sobre las 18:00 del Domingo, y nada más registrarnos me inunda una sensación familiar, miro a mi alrededor y veo que en ese magnifico hotel de cuatro estrellas se estaba celebrando una comunión tradicional de una familia con bastantes posibles, coño, ya se a que me recuerda, me acabo de meter en la primera escena de "El Padrino" ("Vienes a mi casa el día de la comunión de mi hija a pedirme que mate por dinero...") o casi. Francamente algunos de los invitados parecían auténticos mafiosos (que igual lo eran, tal y como esta instaurada la 'Ndrangheta en la sociedad calabresa) y el ambiente general era de película; pero bueno, a pesar de estar hecho una mierda, traté de parecer lo más de la "famiglia" posible y pasar desapercibido para que no me tirasen al mar metido en un saco. Cuando acabo la celebración nos sirvieron el cóctel de bienvenida, después la cena, y finalmente pude irme a la cama tras treinta y cuatro horas sin dormir.



Ya recuperado me pude dedicar a lo que ocuparía la mayor parte de mí tiempo en Italia, asistir a las diversas charlas englobadas dentro de la escuela de verano, y he de reconocer que a pesar de estar un poco en plan de "outcast" (ya que mi rollo son las redes y el invento estaba enfocado más a dispositivos y materiales) pude ver algunas conferencias realmente interesantes, a destacar "Terahertz Applications", bien explicada y muy ilustrativa de los procesos para generar y utilizar esta técnica, y "Laser Dynamics" donde Salvador Balle, a pesar de algún infierno ecuacional por el que nos hizo pasar, nos contó de forma clara y con una gran habilidad para comunicar acerca de los mecanismos de modelado de fuentes; el resto de conferencias, pues entre lo interesante, lo pasable y lo francamente horrible; no digo nombres por si alguna vez tengo que ir a pedir trabajo por ahí. Mención especial para la sesión de posters, donde el hecho de que las dimensiones del espacio que te dejaban fueran completamente aleatorias y diferentes de las que nos habían dado previamente provocó una serie de demostraciones de ingeniería aplicada a sostener un cacho de papel muy grande de cualquier manera. Del congreso me quedo con la oportunidad de haber conocido a alguna gente cojonuda: auténticos expertos europeos dentro de su campo, o gente a la que le gusta la juerga y la farra más que a un tonto un lápiz, o la mayoría de las veces las dos anteriores a la vez.



El hotel contaba con una playa privada cojonuda a la que se bajaba en un ascensor, cosa que nos pareció al principio algo élite de puta madre y al final una trampa mortal bastante seria; una piscina relativamente decente con hamacas para tomar el sol y un campo de golf bastante cutre por el que nos dimos una vuelta un día. Desafortunadamente el tiempo no acompañó, y a pesar que iba con un mono loquísimo de meterme en el agua no puede disfrutar más que en contadas ocasiones de un bañito y de tirarme a la bartola bajo el sol. Esto se unía al hecho de que el hotel estaba bastante aislado y, a pesar de (o gracias a) tener un magnífico aspecto señorial rústico, bastante incomunicado del mundo (ni tele, ni inet, ni habas); si hubiéramos tenido un coche podríamos habernos dado una vuelta por los alrededores, pero aún así dudo de que yo hubiera tenido huevos de salir por Calabria: primero por mi absoluta carencia del instinto asesino necesario al volante; y por otro lado por el aspecto verdaderamente chungo que tenia el entorno, con un monton de casas abandonadas, comercios pobres y descuidados, y gente rara en general (Calabria es una de las regiones más pobres de toda Italia) que pudimos ver al ir y volver al aeropuerto, y eso solo al lado de la nacional, que Salva y Toni (dos artistas de la Universidad de Baleares) tenían coche propio y se fueron a explorar por ahí y nos contaron que los pueblos también parecían sacados de las escenas Sicilianas de "El Padrino".



Total, que no quedo otra opción para pasar el tiempo libre que comer a saco una comida italiana absolutamente CO-JO-NU-DA, cualquiera que haya probado la comida Italiana auténtica realmente buena creerá que sabe de lo que le estoy hablando, pero aún así creo que lo del restaurante del hotel estaba a un nivel superior, desde aquí aseguro que son los cinco días que mejor he comido de mi vida, y que incluso alimentos que normalmente no me gustan me los he metido doblados; aparte de la omnipresente pasta también había en el menu unos risottos de caerte de la mesa y unas carnes y un pescado espectaculares, todo ello sin mencionar los gloriosos desayunos con el mejor café que he probado jamás. Adicionalmente a la noble actividad de estar todo el día en un pienso, otro gran entretenimiento del hotel era ponerme morado de beber, sobre todo un vino blanco de Sicilia buenísimo que traté de comprar en el viaje de vuelta pero que no pude encontrar en ninguna parte (porca miseria, en la primera foto me podéis ver posando con él), y del que nos calzábamos botellas en las comidas como si lo fueran a prohibir (el tinto era ponzoña y solo lo bebimos en cantidad durante un quinito que nos hizo un italiano tramposo). Por las noche añadíamos variedad al menú mediante cerveza Nastro Azzurro, que a pesar de discutirlo largo y tendido con grandes bebedores de birra allí presentes (no es que yo no lo sea) no terminamos de ponernos de acuerdo sobre si era buena o mala, a mi personalmente me encantaba (mejor que la Moretti normal pero peor que la Moretti Baffo d'Oro) y tenia un puntillo amargo y bronco que me recordaba a la Ambar. Para templar en medio se pudo añadir una Grappa (65º, serious business), o una Vecchia Romana que es un copazo para despues de comer 100% asesino.



Y eso es todo, el viaje de vuelta fue bastante más relajado (menos de 12 h esta vez) y la estancia en el sitio, a pesar de hacerse aburrida por momentos, me pareció bastante interesante para conocer gente y ampliar un poco mis miras y conocimientos, además de poder practicar algo de Inglés, que lo tenia bastante oxidado (según iban pasando los días me iba defendiendo mejor). El hotel bastante recomendable para ir a olvidarse del mundo o para tener contacto con una de las organizaciones criminales más importantes del mundo.

3 comentarios:

  1. Malditas clases. YO debería haber estado ahi y no tú, maldito mercenario trapiñador! Tres años yendo a meetings del cost para perderme la gran finale... que ganas de matarrrrrrrrrrr

    ResponderEliminar
  2. A ver cuando empezamos a llevar a proyectistas a este tipo de eventos, que si hace falta, sujeto el cartel ese a mano (por eso de servir para algo).

    Ah, y ¿cómo se te ocurre poner gamberinis en algo que voy a leer a estas horas de la mañana? Haaaaaaaaaaaaaaaambre

    ResponderEliminar
  3. eishier: mmm, mercenarío trapiñador, me gusta el concepto, en cualquier caso anda que no te quedar eventos o productos en los que ponerte hasta el ojete así por no masc.

    aitor: solo te diré una cosa: los gamberinis estaban freshquísimos; bueno dos cosas: Buuuuuuuh

    ResponderEliminar