lunes, mayo 12, 2014

Historias de la ciencia bizarra (I, y lo que te rondaré morena)

Os presento el horno de convección para secado de coatings de mi laboratorio. No da especialmente más calor que un horno de cocina normal y corriente (aunque es mucho mas preciso y tiene muchos más mecanismos de seguridad y de control), pero vale cuatro veces más (lo que en el mundo del equipamiento científico sigue siendo muy poco); tiene un poco más de capacidad que el horno de cocina de toda la vida, aunque exteriormente es bastante más grande por sus puertas y paredes reforzadas, razón por la que pesa 62 hermosos kilos (quedaros con el dato), el doble que uno normal.

Bien, al día de volver al trabajo tras las vacaciones de navidad, de repente se me acerca uno de mis compañeros chinos (yo estaba con música en los auriculares y ni me había enterado de que había entrado en el lab) y me pregunta: "¿Has visto el horno?" ante lo que respondo con la brillantez del que hasta unos segundos pensaba que no había nadie en la habitación "¿Qué horno?", "El de secar los coatings" me responde. Me levanto y voy a ver, y efectivamente, el segundo dispositivo más grande y pesado de todo el laboratorio falta (y es la primera vez que me doy cuenta en dos días gracias a mis sentidos felinos). Empezamos a examinar las posibilidades (porque los dos habíamos estado unas cuantas semanas fuera) de si se lo había llevado el departamento de química con el que de vez en cuando colaboramos o si mi jefe lo había prestado a alguien. Él se pone a hacer unas llamadas y yo me vuelvo a la música, a los pocos minutos algo traspasa mis auriculares cancela-ruido, es el compañero gritando y (supongo) insultando en chino al teléfono, proceso que se alarga hasta los quince minutos hasta que el amigo cuelga, parece ser que había encontrado el horno.

Los 62 kg y £1500 de horno estaban en casa de otro colega (también chino), que había decidido que un dispositivo de laboratorio que pesa más que él era ideal para secar la ropa. Si, probablemente estarás poniendo ahora la misma cara que puse yo, así que adentrémonos en la aún más estúpida, si cabe, explicación: parece ser que el compañero tiene una plaga de pulgas en su casa y alguna ropa se le ha infectado y no se van con lavados, y si no se va lavando parece ser que el siguiente paso lógico es meterla en un dispositivo de secado extraordinariamente preciso para ver si consigues afinar con la temperatura que mata a las pulgas y al mismo tiempo no le pega fuego a tu ropa. El simple concepto y que semejante experiencia absurda llegue a ocurrir (junto a muchos chinos gritándose los unos a los otros) ya me provoco ataques de risa incontrolable, pero como toda buena historia cuanto más escarbas más divertida se vuelve. Porque la logística de transportar el horno a casa es bastante de traca, no tengo todos los detalles, pero se que implican una cuadrilla de amigos, una furgoneta destartalada y un poco de findesemanalidad, nocturnidad y, obviamente, alevosía. Así que si estas visualizando una familia de gitanos robando cobre y tapas de alcantarilla y comparándolo con un doctor en física teórica llevándose material de su trabajo es solo parte de tu imaginación.

Finalmente para añadir el detalle que me acaba jodiendo a mi (al fin y al cabo yo no trabajo con coatings) aprovechando el viaje el colega se había llevado también a casa la cafetera y el café para disfrutar de unas navidades con bien de cafeína. Ah, y a día de hoy el horno todavía no ha vuelto por el laboratorio ni se le espera (la cafetera si afortunadamente), con lo que espero que a esta historia le quede un buen final.

PD: Estaba esperando para hacer una foto al horno de los cojones para publicar este post desde la primera semana de Enero, estamos a mediados de Mayo y el puto trasto todavía no ha vuelto al lab; mi opinión es que el chino se lo ha vendido como chatarra a una caravana de gitanos irlandeses. En cualquier caso publico esto ya porque aparentemente el retorno del equipo va para largo.

UPDATE 20/10/2014: Welcome back




No hay comentarios:

Publicar un comentario