sábado, octubre 26, 2013

Sinnerman

Canciones perfectas, de nuevo, y esta vez no solo para mi si no para un gran espectro de la población (o un gran espectro de la población que merece la pena) estamos hablando de una canción tan increiblemente acojonante que es difícil explicar con palabras cualquiera de las sensaciones que sus más de minutazos despiertan. A pesar de tratarse de un gospel popular de más de un siglo de antigüedad, y de que las claves de la versión moderna las pusieron otros artistas, pocas veces una canción popular ha sido robada de forma tan gloriosa por un artista como "SinnerMan" (incluso cambio la forma en la que se había escrito el título al poner las dos palabras juntas), obviamente la versión de Nina Simone que entre copazo y copazo tuvo tiempo de convertirse en un de las más grandes damas del jazz que jamas ha pisado este planeta.



Si eres de los que piensa que la música que tiene más de cuarenta años no merece la pena, aparte de ser un anormal, igual te suena la canción como la que cierra la más reciente versión de la película "El Secreto de Thomas Crown" (probablemente la última cosa buena de ese genio que fue McTiernan), una peli más qué aceptable pero con un final realmente bueno en parte gracias a esta canción.


sábado, octubre 19, 2013

Azumanga Daioh


Mi reciente viaje a Japón me ha hecho recordar mi época de adicto a la cultura popular japonesa, y también las razones por las que deje completamente el anime de golpe, este articulo lo explica muy bien. Básicamente me harte de que donde antes había riesgo e historias nuevas pasase a haber clichés absolutamente enfermizos repetidos una y otra vez (y un paseo por Akihabara cuando cae la noche para ver chicas jovencísimas vestidas de criadas o putegialas ejerciendo de meretrices o una vista a la recua de depravados que había a la entrada del concierto 10º aniversario de las NMB48 confirma que esa degeneración no es algo exclusivo del mundo ficticio) y lo mande al carajo. Sigo leyendo manga pero siendo bastante más selectivo y sin acumular kilos de papel (el tablet es lo mejoooor). A pesar de ello no reniego de las series época dorada, y hace poco revisité una de mis comedias favoritas, tras el segundo visionado no es que no sea tan buena como la recordaba es que es incluso mejor, con ustedes Azumanga Daioh.


Originalmente un manga 4-koma (cuatro viñetas verticales) con gags rápidos, muy divertidos y un poco difíciles de adaptar por depender muchas veces de un conocimiento de cultura japonesa  avanzado (aun así, también recomendable). Con el paso al anime se tomo la premisa de las historias cortas en forma de escenas autocontenidas descacharrantes, pero adicionalmente se enlazan en una trama más larga exclusiva de cada capitulo de anime (los capítulos son más o menos independientes pero hay unos cuantos running gags que se establecen y evolucionan a lo largo de toda la serie). Al no estar tan limitado por la longitud como el manga el humor deja de estar basado en juegos de palabras rápidos, dándole un atractivo bastante más universal. En general el cambio de formato hace al anime superior en casi todos los aspectos: es mucho más divertido, más emotivo también, los personajes están mejor construidos y el aprovechamiento de los recursos audiovisuales genera más momentos míticos.


El casting casi 100% femenino me molesta en parte no por la serie en si, si no porque inició el género de slice of life con "niñas monas haciendo cosas de niñas monas", que tanto mal y mierda ha traido al mundo de la animación japo. No obstante la serie únicamente pertenece a esta tendencia en apariencia, ya que no tenemos (casi) ninguna de las raciones de fanservice que pasaron a definir el género, más bien se parte de dos pilares realmente solidos y aparentemente opuestos para construir la serie: Por un lado situaciones universales de la vida diaria, lejos de la moneria, que se retuercen hasta extremos pasadisimos de rosca (el capitulo del hipo o cualquier situación protagonizada por Osaka), y por otra parte idas de tarro demenciales que surgen de la nada (la trama de los gatos o la de la conducción). Mezclense ambos elementos, añadase de vez en cuando una pizca de realismo mágico onírico para terminar de adentrarse en el absurdo más criminal y el cocktail da como resultado una comedia legendaria.


Otra parte de la dualidad realismo/absurdez de la serie se ve en el tipo de humor, normalmente muy blanco e inocente, pero por momentos mete unos ramalazos más negros que el carbón o referencias realmente escabrosas; el timing de estos momentos causa especial impacto precisamente al estar distribuido sobre una base tan poco ofensiva y casi infantil. Si a esto juntamos un toque japo con personajes levemente deformados y exageraciones típicas (gotas, ojos en blanco, etc) añadimos leves momentos musicales y tenemos un lenguaje propio exagerado y altisonante construido a medida de la serie.


Pero todos estos detalles en mitad de semejante ensalada de chorradas no la convertirían en una serie tan grande si no fuera por que se consigue ir un poco más allá gracias a lograr algo muy complicado cuando te mueves a partir de estos niveles de absurdo: logra que empaticemos con los personajes principales. A traves de decenas de escenas y conversaciones cosigue que las niñas monas pasen a ser tridimensionales, a tener vida y sentimientos, no son solo el lienzo con el que se pinta la serie, son personajes definidos, con aspiraciones, planes de futuro, obsesiones, filias y fobias. Este doble salto con tirabuzon de humanizar a las protagonistas de una comedia tan rematadamente absurda es lo que probablemente hace que todavía me acuerde de sus gags y de sus protagonistas más de una década despues de su emisión original y lo que la hace destacar entre la maraña de animes de instituto parecidos. Y también es lo que me lleva a escribir esta reseña y a recomendarla, a pesar de su extremadamente perturbante opening (el ending es peor todavía).